GUÍA DE USO DE LOS COLLARES EDUCATIVOS
- ¿Por qué buscas un collar educativo?
Estos son los motivos aparentes que empujan al cazador a adquirir un Radio Collar Educativo: el perro caza demasiado lejos, el perro cobra y se escapa con la pieza en la boca, o persigue indebidamente a algunos animales (ovejas, corzos, zorros, etc.) Pero, realmente ¿esos son tus problemas? ¡No! El único problema que tiene el cazador es que cuando llama al perro, no viene. Si le educas para que acuda a tu llamada "siempre y a la primera", ya no tendrás problemas. Se acabarán los gritos y los castigos. Por eso, lo primero es conseguir con el Radio Collar una llamada firme. Te enseñaré a manejar el Radio Collar sin hacerle daño al perro. Desde ahora, él ya no te dará más disgustos y los dos saldréis al campo a lo mismo: a disfrutar.
- Cómo hacer para que venga a la primera
Coge a tu perro y dile: "Nunca jamás te volveré a llamar dos veces. Desde ahora solamente te voy a llamar una vez. No te voy a castigar. Sencillamente no te permitiré que me desobedezcas". Sácalo a pasear. Cuando el perro se aleje demasiado, llámale una vez, siempre con la misma orden. Si no acude a la primera, no le vuelvas a llamar, oblígale a obedecer con el collar. Le envías desde el mando a distancia un pequeño impulso eléctrico. El mínimo para que venga. Es poco, pero le obliga a obedecer inmediatamente. Actúa de este modo tres o cuatro veces y verás cómo acude a tu llamada a la primera, sin necesidad de que toques el mando. Luego, llévalo a cazar. Verás que todo funciona igual de bien. Si está muy excitado, quizás necesites subir un poco el nivel del impulso, pero en una o dos veces te obedecerá sin que tengas que tocar el mando. ¡Ya tienes un perro que te obedece a la primera!
El mínimo necesario para que dé media vuelta y acuda a tu llamada. Si basta con el nivel dos, ¿para qué vas a utilizar el tres? Él y tú estáis allí para lo mismo: para disfrutar. Ni permitas que te amargue el día con sus desobediencias, ni le amargues la afición con bestialidades. El mínimo necesario varía en cada perro. Por eso, empieza por un nivel bajo y vete subiendo hasta que pilles el mínimo de tu perro. Cuando pilles el nivel, verás que el impulso ni provoca reacción de dolor, ni le impide pensar. Por eso aprende mucho mejor. Si te pasas, el perro no piensa, aprende peor y pueden establecerse asociaciones aversivas descontroladas o azarosas que nunca son interesantes.
Si quieres que el hombre sea hombre, de niño tiene que ser niño y de joven, joven. El niño que es educado para ser hombre, suele quedarse en hombrecito. Antes se sometía a los perros de caza a una disciplina básica muy temprano porque de lo contrario, resultaba muy difícil controlarlos más tarde. Desde que se generalizó el uso del Radio Collar, ya no hay miedo a controlar el exceso de afición y brío. Por eso, ahora se tiende a permitir que el cachorro haga afición a sus anchas. Déjale que disfrute, que se coma el monte, que se desespere detrás de la caza. Cuando tenga un año o año y medio, ponle el collar y enséñale a venir a la primera. Y luego, a cazar. Verás, como una moto, pero obediente desde el primer día.
- Caza demasiado lejos y se va
No le castigues. Llámale una vez. Cuando entre en distancia, grítale: A cazar. Actúa siempre de ese modo. Él pensará: "Si me alejo, me llama. Si me llama, tengo que volver inmediatamente porque éste no llama dos veces. Para eso, no me alejo". Verás que enseguida caza más corto. Salvo algún descuido, no le tendrás que volver a llamar.
- Se escapa con la pieza en la boca
Llámale una vez. Cuando venga, no le castigues, ni le riñas. Se la quitas y a cazar. Estos malos hábitos, adquiridos durante la juventud, desaparecen rápidamente.
- Persigue a las liebres, ovejas, zorros o corzos
No le castigues. Llámale y repréndele seriamente. Que quede bien claro que esa es una conducta que tú rechazas. Pronto abandonará esa mala costumbre. El problema se complica en los perros de rastro cuando percibes que te la está jugando, pero está demasiado lejos para llamarle. Es igual. Utiliza un collar con llamada incorporada. Llámale a través del collar. Si la llamada está bien trabajada, vendrá enseguida. Repréndele. No le castigues. Si no viene a la primera, no le vuelvas a llamar. Coge el mando e impídele que desobedezca. Actúa exactamente igual que si estuvieseis paseando.
- ¿Le podré sacar sin collar?
Si afirmas la llamada todos los días, al cabo de unas semanas, cuando veas que nunca necesitas utilizar el mando, sácalo sin collar. Tal vez la conducta se haya instaurado para siempre. O tal vez al principio todo vaya bien, pero al cabo de un tiempo tu amigo comience a volver a las andadas. Si es así, le vuelves a sacar con collar durante algún tiempo. Bastarán dos o tres días. Cuando te sientas seguro, vuelve a soltarlo sin collar. Ahora tardará mucho más en reincidir o quizás ya no vuelva a tomarte el pelo. Si lo hace, repite el refuerzo y verás cómo la conducta se establece definitivamente. Todo lo anterior significa una generalización que tiene sus excepciones. Si tiene mucha afición o el estímulo que le empuja a alejarse es muy fuerte, el proceso puede ser más largo, pero todo terminará bien. Si no eres constante, si no sacas al perro todos los días, lo más probable es que el perro aprenda como un toro toreado; cuando lleva el collar obedece, pero cuando se lo retiras, "ya lo has visto". Si el perro es viejo, el pobre quizás no pueda aprender a obedecer sin collar. En cualquier caso, puedes intentarlo.
- Imposible estropear un perro
¿Ves la diferencia? Si le enseñas a venir a la primera, cada vez que acuda tu llamada se afianzará más. Por el contrario, si no le enseñas a venir a la primera, le tendrás que enseñar todo a base de castigos. Y se puede castigar una vez, pero no se puede estar castigando todos los días. Si castigas a menudo, te pueden ocurrir dos cosas: que se endurezca y se haga más fuerte que tú y tus collares, o que conviertas aquél perrazo de caza, que se comía el monte, en un perrito para jubilados. No castigues, educa. Comienza sembrando en él una respuesta firme a tu llamada. De esta manera, jamás se puede estropear un perro.